EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ☀️ 18 mayo, 2025

"OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS"

EVANGELIOS

7/2/202514 min read

EL EVANGELIO DEL REINO DE LA

VOLUNTAD DE DIOS

☀️

OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO:

QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS

Tiempo de Pascua

Semana No. 5

Ciclo C, Domingo

LECTURAS DEL DÍA:

Primera Lectura: (Hechos 14, 21b-27)

Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.

Salmo 144:

Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.

Segunda Lectura: Apocalipsis 21, 1-5ª:

Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 31-33A. 34-35:

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."

PALABRA DE DIOS

GLORIA ATI, SEÑOR JESÚS

LECTURA DE LOS EVANGELIOS DEL REINO

☀️

+ EL POEMA DEL HOMBRE DIOS:

El Evangelio como me ha sido Revelado, 9 marzo 1945:

“Como el Padre me ha amado, así también Yo a vosotros. Permaneced en mi amor que salva. Si me amáis seréis obedientes, y la obediencia aumenta el Amor recíproco. No digáis que estoy repitiendo lo mismo. Conozco vuestra debilidad. Quiero que os salvéis. Os digo esto para que la alegría que os quise comunicar exista en vosotros, y sea perfecta. ¡Amaos, amaos! Este es mi nuevo mandamiento. Amaos mutuamente más de lo que cada uno se ama a sí mismo. El amor del que da su vida por sus amigos es mayor que cualquier otro. Vosotros sois mis amigos y doy mi vida por vosotros. Haced lo que os he enseñado y mandado. No digo que sois mis siervos, porque el siervo no sabe lo que hace el dueño, entre tanto que vosotros sabéis lo que hago. Todo lo sabéis respecto a Mí. No sólo me he manifestado a vosotros, sino también al Padre, al Paráclito; y manifesté todo lo que oí de Dios. No sois vosotros los que os elegisteis; Yo fui quien os eligió y lo hizo para que vayáis entre los pueblos y produzcáis frutos en vosotros y en los corazones de los evangelizados, vuestro fruto permanezca, y el Padre os conceda lo que pidierais en mi Nombre.”

¡FIAT!

+ EL EVANGELIO DE NUESTRA MADRE CELESTIAL:

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS

Una parte de la Visita Celestial Día 18:

“En cuanto llegué a ser Madre de Jesús y Madre tuya, mis mares de Amor se duplicaron, y no pudiendo contenerlos todos, sentía la necesidad de expandirlos y de ser, incluso a costo de grandes sacrificios, la primera portadora de Jesús a las criaturas. Pero qué digo ¿sacrificios? Cuando se Ama de verdad, los sacrificios, las penas, son refrigerios, consuelos y desahogos del Amor que se posee. ¡Oh! hija mía, si tú no pruebas el bien del sacrificio, si no sientes como él es causa de las alegrías más íntimas, es señal de que el Amor Divino no llena toda tu alma, y por lo tanto que la Divina Voluntad no reina como Reina en ti. Ella sola da tanta fuerza al alma, de volverla invencible y capaz de soportar cualquier pena. Pon la mano sobre tu corazón y observa cuántos vacíos de Amor hay en él, reflexiona: aquella secreta estima de ti misma, aquel turbarte por cada mínima contrariedad, aquellos pequeños apegos que sientes a cosas y a personas, aquel cansancio en el bien, aquel fastidio que te causa lo que no te gusta, equivalen a otros tantos vacíos de Amor en tu corazón, vacíos que, parecidos a la fiebre, te privan de la fuerza y del deseo de llenarte de Voluntad Divina. ¡Oh! cómo sentirías también tú la virtud refrescante y conquistante en tus sacrificios si llenas de Amor estos vacíos tuyos.”

¡FIAT!

+ EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA

Vol. 1 sin fecha.

Sería una embustera si yo no afirmara que todo lo que hasta ahora se ha obrado en mí no ha sido obra únicamente de la Gracia, que tan generosamente y con abundancia el Señor me ha concedido; pues lo único que sí es mío es mi pura nada y la inclinación al mal; así que, sinceramente, me he dado cuenta palpablemente, que sin tantas gracias y luces no habría podido hacer más que el mal. Y verdaderamente, ¿quién es quien me sustrajo de las frivolidades del mundo si no mi amable Jesús? ¿Quién me hizo sentir ese fuerte impulso de querer hacer la novena de Navidad, con nueve meditaciones cotidianas sobre el misterio de la Encarnación, por medio de las cuales recibí tantas luces altísimas y gracias celestiales? ¿De quién era aquella voz que en lo más íntimo de mi corazón comenzó a hablarme internamente, durante toda la novena y que así ha seguido hasta hoy, sin darme tregua ni paz hasta no hacer con prontitud lo que me pedía, y el modo del que se sirvió para hacer que me enamorara de él dejándose ver por mí como un graciosísimo niño? Y la forma de comportarse conmigo como un Maestro, instruyéndome, corrigiéndome, reprendiéndome para inducirme a despojar mi corazón de aquellos pequeños afectos, infundiendo en mí el verdadero espíritu de mortificación, de caridad y de oración, por medio de los cuales me hice camino, internándome en el mar inmenso de la pasión de Jesús, de donde adquirí la dulzura de sufrir y esa verdadera amargura de no poder sufrir, ¿no ha sido todo únicamente obra sólo de su gracia, un don sólo suyo, es más, una verdadera obra de Jesús?

Y ahora que quiere bromear conmigo, no dejándose ver por mí, puedo experimentar palpablemente que sin él ya no siento aquel amor sensible que yo sentía antes por Jesús, ni tampoco esas luces tan claras en las meditaciones que me hacían estar hasta dos o tres horas absorta en esas dulces consideraciones. Y aunque hago lo más que puedo para seguir haciendo lo que hacía junto con él, pues aún sigo sintiendo que se me repiten aquellas palabras suyas: "Si me eres fiel vendré para premiarte, y si eres ingrata vendré para castigarte", a pesar de todo no logro hacerlo como cuando estaba visiblemente o sensiblemente cerca de mí.

Y así, en este estado, privada de mi Jesús, pasaba todo el santo día casi siempre amargada, en silencio y esperándolo, pues aún no venía como me lo había prometido: "Pronto vendré a ti". El único consuelo que me quedaba era el recibirlo en la santa comunión, puesto que ahí lo podía encontrar con toda seguridad y esto no podía dudar, a mayor razón que a causa de mis insistentes súplicas, casi siempre me contentaba haciéndose sentir palpitante en mi corazón, aunque no tan amoroso y afable como antes de haberme puesto a la prueba, sino más bien severo y sin decirme nada.

Habiendo, finalmente, terminado ese período de tiempo, haciendo todo lo que Jesús quería lo menos mal posible, sentí que regresó a mi corazón y me habló en estos términos:"

Hija de mi Voluntad, dime todo lo que quieres; manifiéstame todo lo que ha pasado en ti, tus dudas, tus temores, todas tus dificultades, para que yo te enseñe el modo en que debes comportarte de ahora en adelante cuando yo esté ausente."

Yo entonces le narré todo fielmente diciéndole así: "Señor, ¿ves? Sin ti no he podido hacer nada bien: la meditación me ha resultado muy disgustosa, porque no tenía ánimos de ofrecértela; cuando comulgaba no sentía deseos de entretenerme largamente contigo, pues me faltaban los atractivos de tu amor; me sentí siempre vacía y penante por tu ausencia, la cual me ha hecho sentir agonías mortales; mi naturaleza en todo quería apresurarse para huir de la pena de sentirse sola, y más aún, porque el entretenerme largamente me parecía una perdida de tiempo, pero el temor de que cuando regresaras me fueras a castigar por haber sido infiel, me ha hecho continuar. Además, esta pena interna aumentaba en mí cuando consideraba que tú, Bien mío, eres ofendido continuamente, y que yo, en todos esos actos de reparación, en las visitas que te hacía en tu sacramento, cuando tu querías, sin ti no podía hacer nada bien, pues no hallaba a aquél con quien yo podía entenderme... Ahora que estás conmigo, dime, ¿cómo es que debo comportarme?"

Y él, instruyéndome benignamente, me decía:"

Has hecho mal en estar turbada de esta manera; ¿no sabes que yo soy espíritu de paz y que la primera cosa que te recomendé es que no la entristecieras en tu corazón?

Respecto a la oración, cuando sientes que no estás recogida, no debes pensar en otra cosa sino en estarte tranquilamente en ella, y no en el motivo por el cual no te sale bien. Haciendo como tú dices, eres tú misma la que provocas la distracción. Mejor humíllate, reconociendo que mereces tales sufrimientos y quédate tranquila. Como un cordero le lame las manos a su verdugo mientras este lo mata, así tú, cuando te veas herida, humillada y sola, deberás resignarte a mis disposiciones, y darme las gracias de todo corazón, reconociéndote además merecedora de tales penas, y me ofrecerás todas tus amarguras, tus fastidios y tus angustias en sacrificio de alabanza, de satisfacción y en reparación de las ofensas que se me hacen. Obrando de este modo, tu oración se elevará cual perfumadísimo incienso hasta mi trono, herirá mi Corazón y atraerás sobre ti nuevas gracias y nuevos carismas. Además, el demonio, viéndote tan humilde, resignada y totalmente abismada en tu nada, no tendrá más fuerzas para acercarse a ti y se morderá los labios de la rabia. Así que éste es el modo en que debes comportarte cuando te encuentres en este estado, para adquirir méritos en donde creías desmerecer.

En cuanto a la comunión, no quiero que te aflijas cuando no sientas deseos de entretenerte largamente, privada de los atractivos de mi amor. Haz lo que puedas para recibirme bien; dame las gracias después de haberme recibido; pídeme las gracias y la ayuda que necesitas, y por lo demás no te preocupes, ya que lo que te hago sufrir en la comunión no es más que una sombra de lo que yo sufrí en el Getsemaní. Si ahora te afliges tanto, ¿qué será cuando te participe los flagelos, las espinas y los clavos? Te digo esto, porque el pensamiento que ahora pongo en ti de las penas mayores tiene el poder de ayudarte a sufrir con más ánimo las menores...

Por lo tanto, cuando durante la comunión te encuentres sola y agonizante, piensa un poco en la agonía mortal que sufrí por ti en el huerto del Getsemaní y acércate a mí, para que hagas una comparación entre mis acerbísimas penas y las tuyas. Es cierto que aun ahí te sentirás sola, privada de mí, pero también me verás ahí solo y abandonado por mis más fieles amigos, a quienes, por haber omitido la oración, encontrarás adormecidos. Con las luces que te daré me verás sufriendo las penas mas acerbas, rodeado de gente perversa y de víboras venenosas, de perros rabiosos, cual lo son los pecados de todos los hombres pasados, presentes y futuros, incluidos también los tuyos, y que todos juntos me pesaron tanto que me hicieron agonizar y sentirme como si estuviera a punto de ser devorado vivo; fue por esto, que cuando mi Corazón y toda mi persona se sintieron como bajo la presión de una prensa, sudé sangre viva en abundancia hasta llegar a mojar con ella la tierra; y a todo esto añade el abandono de mi Padre... Y bien, dime tú, ¿cuándo tus sufrimientos han llegado a tanto? Así pues, si te encuentras privada de mí, vacía de todo consuelo, llena de amarguras, de afanes y sufrimientos, acércate mentalmente a mí, procura secarme la sangre, y como un alivio a mi acerbísima agonía, ofréceme esas penas tuyas tan ligeras; así hallarás el modo y el celo para poder entretenerte conmigo después de la comunión."

No quiero decirte con esto que no vas a sufrir, pues mi privación, ya por sí misma, es la pena más dura y amarga que yo pueda infligir a mis amadas almas; pero tú, entre tanto, piensa que con tus penas y que conformándote a mi Voluntad, me proporcionarás un gran alivio y consuelo.

Finalmente, en cuanto a las visitas que me harás y a los actos de reparación, debo decirte que yo, en el sacramento de mi amor que por ti instituí, continúo haciendo y sufriendo todo lo que hice y sufrí durante el transcurso de los 33 años de mi vida mortal. Yo anhelo nacer en el corazón de todos los mortales y por eso obedezco a quien me llama del cielo para inmolarme sobre el altar; me humillo esperando, llamando, enseñando, iluminando, y quien quiere puede alimentarse conmigo en mi sacramento. A unos los consuelo, a otros los fortalezco, pido perdón al Padre por todos; estoy ahí para enriquecer a algunos, para desposarme con otros, velo por todos; defiendo a quien quiere que yo lo defienda; divinizo a quien quiere ser divinizado por mí; acompaño a quien quiere compañía; lloro por los incautos y por los depravados; me vuelvo adorador perpetuo para reintegrar la armonía universal y para hacer que se cumpla el supremo designio divino, que es la glorificación absoluta del Padre, en el perfecto homenaje que él pide, pero que no todas las criaturas le dan, y que fue la razón por la que me quedé en este sacramento.

Por eso, para contracambiar este infinito amor mío por el género humano, quiero que tú me hagas cada día 33 visitas, para honrar de este modo los años que mi humanidad pasó con uds. y por uds., hijos míos, regenerados en mi preciosísima sangre, y que junto con esto, te unas a mí en este sacramento, con el propósito de poner siempre en obra mis intenciones de expiación, de reparación, de inmolación y de perpetua adoración. Estas 33 visitas las harás siempre, en todo tiempo, todos los días y en cualquier lugar que te puedas encontrar, pues yo las recibiré como si fueran hechas en mi presencia sacramental.

Tu primer pensamiento por la mañana, debes hacer que vuele hacia mí, prisionero de amor, para que me des tu primer saludo de amor, y por lo tanto será tu primera visita confidencial en la que, tú a mi y yo a ti, nos preguntaremos cómo hemos pasado la noche y nos animaremos mutuamente; lo mismo tu último pensamiento y tu último afecto nocturno será que tú vengas una vez más a mí para que te dé la bendición y para que te haga reposar en mí, conmigo y por mí; y mientras tanto tú me darás tu último beso de amor, prometiéndome unirte a mí en mi sacramento de amor. Las demás visitas me las harás conforme se te presente la ocasión más propicia para que te puedas concentrar en mi amor totalmente."

Mientras Jesús me decía todo esto yo sentía que en mi corazón descendía un no sé qué de gracia, la cual obraba en mí de tal forma que me hacía sentir que mi corazón casi se derretía de amor y que mi mente quedaba circundada de tantas ideas que se perdía en una inmensa luz de amor, por lo que me atreví a suplicarle lo siguiente:"

Mi buen Maestro, concédeme la gracia, te lo suplico, de quedarte conmigo y siempre más cerca de mí, para que bajo tu dirección, yo adquiera la aptitud y la costumbre de hacerlas bien, ya que sé por experiencia que contigo todo lo puedo y que sin ti no soy capaz de hacer bien alguno y sólo soy capaz de hacer el mal..."

Y Jesús, siempre benigno, me siguió diciendo: "Sí, en esto sí que te complaceré, tal como he apagado tus deseos en tantas otras cosas. Yo lo único que quiero es tu buena voluntad y cualquier ayuda que quieras que te dé, te la daré de muy buena gana y con abundancia.

"¡Ah, qué bueno ha sido conmigo mi dulce Jesús, pues nunca ha faltado a su promesa! Es más, en honor a la verdad, debo decir que él me ha dado y ha hecho por mí más de lo que me había prometido y por eso he logrado complacerlo; y respecto a su obra en mí, rechazo totalmente cualquier duda o perplejidad de corazón, si es que me llegaran a decir que lo que se obra en mí no es más que un fruto de mi fantasía, pues en aquellos días que pasé privada de mi Jesús, no podía concebir ni si quiera un buen pensamiento, como tampoco decir palabra alguna conforme al espíritu de la caridad y tampoco me sentía atraída por nadie al bien."

¡FIAT!

REPARACIÓN A JESÚS

LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Una parte de la DECIMOSEXTA HORA 8 am:

Jesús de nuevo ante Pilatos. Es pospuesto a Barrabás.

Jesús es flagelado.

Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración, y tomando tus Pensamientos, tu Lengua, tu Corazón y Fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu Amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza sobre tu Corazón empiezo:

Mi atormentado Jesús, mi pobre corazón te sigue entre ansias y penas, y al verte vestido de loco, conociendo Quién Eres Tú, Sabiduría Infinita, que Das el juicio a todos, doy en delirio y digo: ¿cómo, Jesús loco? ¿Jesús malhechor? ¡Y ahora serás pospuesto al más grande malhechor, a Barrabás! Mi Jesús, Santidad que no tiene igual, ya estás de nuevo ante Pilatos, y éste, al verte tan malamente reducido y vestido de loco, y sabiendo que ni siquiera Herodes te ha condenado, queda más indignado contra los judíos y se convence mayormente de tu inocencia y de no condenarte, pero queriendo dar alguna satisfacción a los judíos, como para aplacar el odio, el furor, la rabia y la sed que tienen de tu Sangre, Te propone a ellos junto con Barrabás, pero los judíos gritan: «¡No queremos libre a Jesús, sino a Barrabás!» (Jn 18, 40) Y entonces Pilatos no sabiendo ya qué hacer para calmarlos, Te condena a la flagelación. Mi pospuesto Jesús, se me rompe el corazón al ver que mientras los judíos se ocupan de Ti para hacerte Morir,

Tú, encerrado en Ti mismo Piensas en Dar a todos la vida, y poniendo atención Te escucho Decir: «Padre Santo, mira a tu Hijo vestido de loco, esto te Repara la locura de tantas criaturas al caer en el pecado; esta vestidura blanca sea ante Ti como disculpa por tantas almas que se visten con la lúgubre vestidura de la culpa. Mira oh Padre, el odio, el furor, la rabia que tienen contra Mí, que casi les hace perder la luz de la razón, la sed que tienen de mi Sangre, y Yo Quiero Repararte todos los odios, las venganzas, las iras, los homicidios, y Conseguir a todos la luz de la razón. Mírame de nuevo Padre Mío, ¿se puede dar insulto mayor? Me han pospuesto al más grande malhechor, y Yo Quiero Repararte todas las posposiciones que se hacen, ¡ah, todo el mundo está lleno de posposiciones! Quién nos pospone a un vil interés, quién a los honores, quién a las vanidades, quién a los placeres, a los apegos, a las dignidades, a las crápulas y hasta al mismo pecado, y en modo unánime todas las criaturas, aun a cada pequeña tontería nos posponen, y Yo estoy dispuesto a Aceptar Ser pospuesto a Barrabás para Reparar las posposiciones de las criaturas.” Mi Jesús, me siento morir de dolor y de confusión al ver tu gran Amor en medio de tantas penas y el Heroísmo de tus Virtudes en medio de tantas penas e insultos. Tus Palabras y Reparaciones, como tantas heridas se repercuten en mi pobre corazón, y en mi dolor repito tus Plegarias y tus Reparaciones, ni siquiera un instante puedo separarme de Ti, de otra manera muchas cosas de lo que haces Tú se me escaparían. Pero, ¿qué veo? Los soldados te conducen a una columna para flagelarte. Amor mío, te sigo y Tú con tu Mirada de Amor mírame y dame la fuerza para asistir a Tu dolorosa flagelación.”

GLORIA PATRI

ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO

SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER

ET IN SAECULA SAECULORUM

AMEN.