EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ☀️ Lunes 5 mayo, 2025
“Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna”
EVANGELIOS
5/4/202512 min read


EL EVANGELIO DEL REINO DE LA
VOLUNTAD DE DIOS
☀️
“Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna”
Tiempo de Pascua,
Semana No. 3,
Lunes 5 mayo, 2025
LECTURAS DEL DÍA:
Primera Lectura: Hechos 6,8-15:
No lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Salmo 118:
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6,22-29:
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús les contestó: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado."
PALABRA DE DIOS
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
LECTURA DE LOS EVANGELIOS DEL REINO
☀️
+ EL POEMA DEL HOMBRE DIOS
El Evangelio como me ha sido Revelado, 4 marzo 1944:
“Si tuvieseis Fe Vendré y os Sacaré del peligro”
Dice Jesús: “Muchas veces no espero ni siquiera a que me llamen cuando veo a mis hijos en peligro. Y muchas veces acudo aun a donde está el hijo ingrato. Vosotros dormís, o sois presas de los cuidados de la vida, de las preocupaciones de ella. Yo vigilo y ruego por vosotros. Soy el Ángel de todos los hombres. Estoy proyectado sobre vosotros, y ninguna cosa me duele más que el que no pueda intervenir, porque me lo negáis prefiriendo obrar por vosotros mismos, o lo que es peor, pidiendo ayuda al maligno. Siento como sentiría un padre a quien su hijo le dijese: “No te amo. No te quiero. Sal de mi casa” Así me quedo humillado, adolorido como no estuve con las heridas. Pero si no me decís “vete” y estáis distraídos con la vida, entonces Yo soy el eterno vigilante que está pronto a venir aun antes de que se me llame. Y si espero algunas veces a que me digáis una sola palabra, si lo hago, es para sentir que se me llama. Qué caricia, qué dulzura sentir que se acuerdan que soy el “Salvador”. Ni te digo cuál es la infinita alegría que penetra en Mí cuando alguien me ama, me llama aun sin esperar que llegue la hora de la necesidad. Me llama porque me ama más que otra cosa en el mundo y siente llenarse de alegría semejante a la mía, al decir: “Jesús, Jesús”, como hacen los niños cuando gritan “Mamá, mamá” y les parece que hay miel en los labios, porque la sola palabra: “Mamá” trae consigo el sabor de los besos maternos. Los apóstoles remaban por órdenes mías, y les había dicho que me esperaran en Cafarnaúm. Yo, después del milagro de los panes, me había separado de la gente, no por desdén ni por cansancio. Jamás sentí desdén por los hombres, ni aun cuando eran malos conmigo. Sólo cando veía pisoteada la Ley y profanada la casa de Dios, llegaba al enojo. Entonces no se trataba de Mí directamente, sino de los intereses del Padre. En la tierra era el primero de los siervos de Dios para servir al Padre de los cielos. Jamás me cansaba de entregarme a las multitudes, aunque las veías tan obtusas, tardas, humanas que hacían caer las alas del entusiasmo aun el más valeroso. Y precisamente porque eran tan imperfectas, multiplicaba hasta el infinito mis lecciones, los trataba como estudiantes lentos y guiaba su espíritu a los descubrimientos e iniciaciones más rudimentarias, como hace un maestro paciente que guía las manitas inexpertas de sus alumnos para que tracen los primeros rasgos de letras, para que se capaciten. ¡Cuánto amor di a las multitudes! Las tomaba de su lado humano para llevarlas al espíritu. Empezaba, pues, de su lado humano; pero mientras Satanás las tomaba de ese lado para llevarlas al infierno, Yo las tomaba del mismo para el cielo. Me aislé para darle gracias al Padre del milagro de los panes. Habían comido varios millares de gente. Y había recomendado que dijesen “gracias” al Señor. Pero el hombre una vez que alcanza la ayuda no sabe decir “gracias”. Las daba Yo por ellos. Y luego… y luego, me había unido con el Padre por el que sentía una nostalgia infinita de amor. Estaba sobre la tierra como un cuerpo sin vida. Mi espíritu se había lanzado al encuentro de mi Padre que experimentaba inclinado sobre su Verbo y le decía: “¡Te amo, Santo Padre!” Mi gozo consistía en decirle: “Te amo”. Decírselo como hombre, además de Dios. Humillar ente Él el sentimiento humano, así como le ofrecía mi latido de Dios. Me parecía que era Yo el imán que atraía a sí todos los amores del hombre, del hombre capaz de amar un poco a Dios, de acumularlos y ofrecerlos dentro de mi corazón. Me parecía ser Yo sólo el Hombre, esto es, el Linaje humano, que volvía como en los días de su inocencia, a conversar con Dios en el fresco del atardecer. Pero aunque tal beatitud era completa porque era beatitud de caridad, no me abstraía de las necesidades de los hombres. Comprendí el peligro en que se encontraban mis hijos en el lago. Dejé el Amor por el amor. La caridad debe ser solícita. Me tomaron por un fantasma. ¡Oh! Cuántas veces, pobres hijos, me tomarían por un fantasma, por un objeto que infunde miedo. Si pensaseis siempre en Mí. Al punto me reconoceríais. Pero tenéis tantas telarañas sobre el corazón, y esto os depara mareos. Pero Yo me hago conocer. ¡Oh, si me supierais sentir! ¿Por qué se iba sumiendo Pedro después de que caminó por algunos metros? Ya lo dijiste: “porque su debilidad humana lo venció. Pedro era muy humano. Hubiera sido Juan, no hubiera soberbiamente osado ni hubiera tan volublemente cambiado la idea. La pureza de prudencia y firmeza. Tenía el deseo de sobresalir, de mostrar que “nadie” como él amaba al Maestro, quería imponerse, y sólo porque era uno de los míos se creía superior a las debilidades humanas. Por el contrario, pobre Simón, en las pruebas mostraba todo lo contrario. Pero era necesario porque así él más tarde perpetuaría la misericordia del Maestro en la Iglesia naciente. Pedro no sólo se convierte en presa del miedo por temor de su vida que se halla en peligro, sino como tú dijiste, “no piensa sino en salvarse”. No reflexiona más, ni me mira más. También vosotros hacéis lo mismo. Cuando más eminente es el peligro, tanto más queréis valeros por vosotros mismos. Como si pudieseis hacer alguna cosa. Nunca como en las horas en que deberíais esperarme a Mí y llamarme, os alejáis, me cerráis el corazón y hasta me maldecís. Pedro no me maldice. Me olvida y debo llamar su espíritu a Mí, debo hacerle que levante los ojos a su Maestro y Salvador. Lo absuelvo anticipadamente de su pecado de duda porque lo amo, porque amo a este hombre impulsivo que cuando llega a ser confirmado en gracia podrá obrar sin más turbaciones o cansancios, echando incansablemente hasta el martirio, hasta la muerte su mística red para llevar almas a su Maestro. Y cuando me invoca, no camino; vuelo en su socorro y lo tengo asido para conducirlo sano y salvo. Mi reproche fue suave porque comprendo todos los atenuantes de Pedro. Soy el defensor y el juez mejor que exista y que haya existido. Soy el defensor de todos. Os comprendo ¡pobres hijitos míos! Y si os digo una palabra de reproche mi sonrisa os la endulza. Os amo. Eso es todo. Quiero que tengáis fe. Si la tenéis vengo a vosotros y os saco así afuera del peligro. ¡Oh si la tierra supiese decir: “Maestro, Señor, sálvame!” Bastaría un grito de toda la tierra, para que al punto Satanás y sus satélites cayesen vencidos. Pero no sabéis tener fe. Multiplico los medios para llevaros a la fe, pero caen en medio de vuestro cieno como una piedra cae en el pantano y se sume. No queréis purificar las aguas de vuestro espíritu, preferís ser fango pútrido. No interesa. Cumplo con mi deber de Salvador eterno. Y si no pudiere salvar el mundo, porque no quiere salvarse, salvaré del mundo a los que por amarme, como debo serlo, no prefieren más al mundo”.
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DE LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD.
Visita Celestial Día 7:
“Ahora hija mía escucha a tu Mamá, te he visto sorprendida al oírme narrar la historia de la posesión en el reino de la Divina Voluntad, ahora debes saber que también a ti es dada esta suerte, si te decides a no hacer jamás tu voluntad, el Querer Divino formará su cielo en tu alma, sentirás la inseparabilidad divina, te será dado el cetro de mando sobre ti misma, sobre tus pasiones, no serás más esclava de ti misma, porque sólo la voluntad humana pone en esclavitud a la pobre criatura, les corta las alas del amor hacia Aquél que la ha creado, le quita la fuerza, el sostén y la confianza de lanzarse a los brazos de su Padre celestial, de modo que no puede conocer ni sus secretos, ni el amor grande con el que la ama, y por eso vive como extraña de la casa de su Padre Divino. Qué lejanía pone entre Creador y criatura el humano querer, por eso escúchame, conténtame, dime que no darás más vida a tu voluntad, y Yo te llenaré toda de Voluntad Divina.”
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA
Vol. 2-9 (1-4) Abril, 1899
(1) Después de haber pasado algunos días de privación y de lágrimas, yo me encontraba toda confundida y aniquilada en mí misma, en mi interior iba diciendo continuamente: “Dime, oh mi Bien, ¿por qué te has alejado de mí, en qué te he ofendido que no te dejas ver más, y si te muestras es casi ensombrecido y en silencio? ¡Ah, no más me hagas esperar y esperar, que mi corazón no puede más!”.
(2) Finalmente Jesús se ha mostrado un poco más claro, y viéndome tan aniquilada me ha dicho:
(3) “¡Si tú supieras cuánto me agrada la humildad! La humildad es la planta más pequeña que se pueda encontrar, pero sus ramas son tan altas que llegan hasta el Cielo, están en torno a mi trono y penetran hasta dentro de mi corazón. La pequeña planta es la humildad, las ramas que produce esta planta es la confianza, así que no se puede dar verdadera humildad sin confianza. La humildad sin confianza es virtud falsa”.
(4) Por las palabras de mi Jesús se ve que mi corazón no sólo estaba aniquilado, sino también un poco desanimado. Cómo Jesús la tiene cubierta en su amor”.
¡FIAT!
REPARACIÓN A JESÚS
LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, CUARTA HORA, 8 pm.
LA CENA EUCARÍSTICA:
“Pero, oh dulce Jesús, mientras tu amor queda contentado y satisfecho no teniendo otra cosa qué hacer, veo, oh mi bien, sobre este altar, en tus manos, todas las hostias consagradas que se perpetuarán hasta el fin de los siglos, y en cada una de las hostias desplegada toda tu dolorosa Pasión, porque las criaturas, a los excesos de tu amor, corresponderán con excesos de ingratitud y de enormes delitos, y yo, corazón de mi corazón, quiero encontrarme siempre contigo en cada uno de los tabernáculos, en todos los copones y en cada una de las hostias consagradas que habrá hasta el fin del mundo, para ofrecerte mis actos de reparación a medida que recibes las ofensas. Por eso corazón mío, me pongo cerca de Ti y te beso la frente majestuosa, pero mientras te beso siento en mis labios los pinchazos de las espinas que circundan tu cabeza. Oh mi Jesús, en esta hostia santa no te limitan las espinas como en la Pasión, veo que las criaturas vienen a tu Presencia y en vez de darte el homenaje de sus pensamientos, te mandan sus pensamientos malos, y Tú de nuevo bajas la Cabeza como en la Pasión para recibir las espinas de los malos pensamientos que se hacen en tu Presencia. Oh mi Amor, junto Contigo la abajo también yo para dividir Contigo tus Penas, y pongo todos mis pensamientos en tu Mente para quitar estas espinas que tanto te Hacen Sufrir, y cada pensamiento mío corra en cada Pensamiento Tuyo para hacerte el acto de reparación por cada pensamiento malo y así endulzar tus Afligidos Pensamientos. Jesús mío, Bien mío, beso tus bellos Ojos, te Veo en esta hostia Santa, con estos Ojos Amorosos, en acto de Esperar a todos aquellos que vienen a tu Presencia para Mirarlos con tus Miradas de Amor, para tener la correspondencia de sus miradas amorosas, pero cuántos vienen a tu Presencia y en vez de mirarte a Ti y buscarte a Ti, miran cosas que los distraen de Ti, y te Privan del gusto del intercambio de las miradas entre Tú y ellos, y Tú lloras, y por eso, besándote, siento mis labios bañados por tus Lágrimas. Ah, mi Jesús, no llores, quiero poner mis ojos en los Tuyos para compartir estas tus Penas y llorar Contigo, y repararte por todas las miradas distraídas de las criaturas con ofrecerte mis miradas y tenerlas siempre fijas en Ti. Jesús mío, Amor mío, beso tus Santísimos oídos, ah, te Veo Atento para Escuchar lo que las criaturas quieren de Ti, para consolarlas, pero ellas, en cambio, te hacen llegar a los oídos oraciones mal hechas, llenas de DESCONFIANZA, oraciones hechas más por costumbre y sin vida, y tus Oídos en esta hostia Santa son molestados más que en la misma Pasión. Oh mi Jesús, quiero tomar todas las armonías del Cielo y ponerlas en tus oídos para repararte estas Penas, y quiero poner mis oídos en los tuyos, no sólo para compartir contigo esta pena, sino para estar siempre atenta a lo que quieres, a lo que sufres, para poner pronto mi acto de reparación y consolarte. Jesús, Vida mía, beso tu Santísimo Rostro, lo Veo ensangrentado, lívido e hinchado. Las criaturas, oh Jesús, vienen ante esta hostia Santa, y con sus posturas indecentes, con sus conversaciones malas que hacen delante a Ti, en vez de darte honor te dan bofetadas y salivazos, y Tú, como en la Pasión, con toda Paz y Paciencia los Recibes, y todo Soportas. Oh Jesús, quiero poner mi rostro junto al Tuyo, no sólo para Acariciarte y Besarte conforme te Llegan estas bofetadas y quitarte los salivazos, sino que quiero fundir mi rostro en el Tuyo para dividir Contigo estas Penas, también quiero hacer de mi ser tantos diminutos pedacitos para ponerlos ante Ti como tantas estatuas arrodilladas continuamente, para Repararte por todos los deshonores que te hacen en tu Presencia. Jesús, mi Todo, beso tu Dulcísima Boca. Ah, veo que al Descender en los corazones de las criaturas, el primer apoyo que Tú haces es sobre la lengua. ¡Oh, cómo Quedas Amargado encontrando muchas lenguas mordaces, impuras, malas! ¡Ah! Tú te Sientes Atormentar por esas lenguas, y peor aún cuando Desciendes a sus corazones. ¡Oh Jesús, si fuera posible quisiera encontrarme en la boca de cada una de las criaturas para Endulzarte y Repararte cualquier ofensa que Recibas de ellas! Fatigado Bien mío, beso tu Santísimo Cuello, te Veo Cansado, Agotado y todo Ocupado en tu Trabajo de Amor, dime ¿qué Haces? Y Jesús: «Hija mía, Yo en esta hostia trabajo desde la mañana hasta la noche Formando continuas Cadenas de Amor, a fin de que conforme las almas vienen a Mí, Yo las Hago encontrar pronta mi Cadena de Amor para Encadenarlas a mi Corazón; ¿pero sabes tú qué me Hacen ellas a cambio? Muchas toman a mal estas mis Cadenas, y por la fuerza se liberan de ellas y las hacen pedazos, y como estas Cadenas están atadas a mi Corazón, Yo Quedo Torturado y Doy en Delirio; al romper mis Cadenas tiran al vacío mi Trabajo que hago en el Sacramento, y buscan las cadenas de las criaturas, y esto lo hacen aun en mi Presencia, sirviéndose de Mí para lograr sus intentos. Esto me Da tanto Dolor que me Da una Fiebre tan violenta que me Hace Desfallecer y Delirar».
GLORIA PATRI
ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO
SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER
ET IN SAECULA SAECULORUM
AMEN.
FIAT / La llamada de Dios a la criatura a la vocación del amor.
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