EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ☀️ MIÉRCOLES SANTO Abril 16, 2025
“El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo!”
EVANGELIOS
4/15/202515 min read


LECTURAS DEL DÍA:
Primera Lectura: Isaías 50, 4-9
No me tapé el rostro ante ultrajes.
Salmo 68:
Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor.
+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 26, 14-25:
En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¿Soy yo acaso, Maestro? Él respondió: Así es.
PALABRA DE DIOS
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
LECTURA DE LOS EVANGELIOS DEL REINO ☀️
+ EL POEMA DEL HOMBRE DIOS:
El Evangelio como me ha sido Revelado: 15 febrero 1944
“Era, soy el Hijo de Dios. Pero también el Hijo del hombre”. Dice Jesús: “Contemplaste mis sufrimientos de mi Agonía espiritual en la noche del jueves. Contemplaste a tu Jesús abatido como un hombre que ha sido herido a muerte y que siente que la vida se le escapa o como alguien que está horriblemente oprimido por un trauma psíquico superior a sus fuerzas. Fuiste testigo de cómo iba aumentando esta agonía hasta llegar al momento en que Sudé Sangre, por el esfuerzo de Vencerme y de Resistir el peso que sobre Mí se había impuesto. Era, soy el Hijo de Dios Altísimo, pero también era el Hijo del hombre. A través de estas páginas quiero que aparezca nítida mi doble naturaleza. Mi palabra da fe de mi divinidad. Las necesidades naturales, las pasiones, los sufrimientos que Padecí en Mí mismo dan Testimonio de mi Humanidad. Tanto mi Divinidad como mi Perfectísima Humanidad en el correr de los siglos, debido a “vuestra” humanidad imperfecta, no han sido bien comprendidas. Algunas veces se ha pensado que no tuve un Cuerpo Real, se le Desfiguró, como se hizo también con mi Divinidad, y esto porque se quería sacar alguna ventaja de ello, o porque no podían inteligencias débiles comprender el Misterio, pues se hallaban envueltas en las tinieblas del ateísmo, humanismo o racionalismo. En esta Hora, anunciadora de desventuras sin igual, Quiero daros a Conocer la Doble Naturaleza Mía: de Dios y del Hombre, para que la Reconozcáis, para que la Améis, para que por Ella os salvéis. Quien la Conozca y Ame se salvará. En estos días te di a conocer mis Sufrimientos Físicos, que soportó mi Humanidad. Te he dado a Conocer mis Sufrimientos Morales que estaban tan entrelazados íntimamente con los de mi Madre, como se entrelazan, se cruzan, las enredaderas de las selvas tropicales. No se puede cortar una rama, sin cortar otra. Algo así como no se puede sacar sangre de una sola vena, porque la sangre corre por todo el cuerpo. O si se prefiere la comparación, no se puede hacer morir a una madre que tiene en su vientre su hijo, sin hacer morir a éste. Mi Madre me Llevó no sólo por nueve meses, sino durante toda la Vida. Nuestros Corazones estaban Unidos por Fibras Espirituales, siempre Palpitaron al Unísono. No hubo lágrima de mi Madre que no me hubiera Mojado, y no hubo lamento Mío que no hubiera encontrado un fortísimo eco en su Corazón. Os causa dolor enteraros que una madre sabe que su hijo está irremediablemente enfermo, que tiene qué morir, o bien que otra madre sabe que su hijo está condenado a pena de muerte. Pensad en lo que habrá Sufrido mi Madre que desde que me Concibió, Supo que tenía Yo qué ser Condenado a muerte, que cuando besaba mis Tiernos Miembros de Pequeño Sabía que llegaría el momento en que serían Destrozados por el flagelo. Pensad en mi Madre que habría muerto diez, cien, mil veces con tal de Impedir llegar al ahora en que Yo fuera un Hombre adulto, la Hora de mi Inmolación. Sin embargo, Ella Sabía que debía Desear esa Hora para Aceptar la Voluntad de Dios, para la Gloria de Él, para beneficio del linaje humano. No existió una Agonía más duradera, y terminada en un Dolor más grande, que la que Padeció mi Madre.
No Existió un Dolor más grande, más absoluto que el Mío. Era Yo Una Sola Cosa con mi Padre. Me Amaba desde la Eternidad como sólo Dios puede Amar. Encontraba en Mí sus Complacencias, su Gozo. Yo a mi vez lo Amaba como sólo un Dios puede Amar, y al Estar Unido con Él Encontraba mi Alegría Divina. Las inefables Relaciones entre el Padre y el Hijo no pueden explicarse ni siquiera con mis Palabras, porque si son Perfectas, no lo son vuestras inteligencias para poder comprender el Profundo Misterio que Existe entre Nosotros Dos. Pues bien, así como una avenida aumenta al chocar contra un dique, de igual modo Sentía que aumentaba hora tras hora la Severidad de mi Padre. Para Dar Testimonio de mi Persona a los hombres, que cerraban sus corazones e inteligencias para no creer, Tres veces mi Padre Abrió el Cielo: en el Jordán, en el Tabor, y en Jerusalén poco antes de mi Pasión. Lo Hizo no para Consolarme, sino para los hombres. Quería Él que lo Expiara. Muchas veces Dios muestra a los hombres algún siervo Suyo para que se sientan atraídos por sus ejemplos, pero también por sus dolores. Con éstos paga este siervo, comiendo el pan amargo del Rigor de Dios, los consuelos y la salvación de sus hermanos. ¿O no es verdad? Las víctimas expiatorias han probado el Rigor de Dios. Después viene la gloria, pero sólo después de que la Justicia se ha aplacado.
Mi Amor, al contrario, a sus víctimas suele prodigarles Besos. Yo Sufrí, y Supe por Experiencia Personal qué Significa el que Dios lo Mire a Uno con un Rigor, que lo Abandone a Uno. Suelo Consumir a Mis víctimas en un Incendio de Amor, y no Soy jamás ni Severo con ellas, ni las Abandono. Cuanto más se acercaba la Hora de la Expiación, tanto más Sentía que mi Padre se Alejaba. Mi Humanidad se Sentía menos Sostenida por la Divinidad al Sentir que el Padre se Alejaba de Ella, y de este modo Sufría lo indecible. Cuando Dios se Aleja se siente el terror, se siente un ansia por la vida, se experimenta languidez, cansancio, tedio, y cuanto más profundo, tanto mayores son las consecuencias. Cuando es total se siente la desesperación. Y cuando alguien, porque Dios así lo Quiere, prueba este Alejamiento sin haberlo merecido, sufre mucho más porque el alma siente esta Separación, así como es doloroso cuando se arranca un miembro del cuerpo. Es algo horroroso que sólo quien lo experimenta puede entenderlo. Yo lo Probé. Todo Tuve qué Probar para Poder Interceder por vosotros ante el Padre, aun por los momentos en que os parece llegar a la desesperación. Sé lo que significa decir: “Me encuentro solo. Todos me han traicionado. Todos me han abandonado. El Padre, Dios, no viene en mi ayuda”. Por este motivo Realizo Prodigios misteriosos de Gracia en los corazones oprimidos por la desesperación, y por esto Pido a mis Predilectos que beban de mi Cáliz amargo que Bebí, para que al sentirse naufragar en el mar de la desesperación, no rechacen la Cruz que les Ofrezco como Áncora de Salvación para que se asgan de ella, y así pueda llevarlos al Puerto de la Bienaventuranza. ¡Solamente Yo sé cuánto Necesitaba del Padre en la noche del Jueves! Mi Alma Agonizaba por el doble esfuerzo que Tenía qué Hacer al Tratar de Vencer los dos más grandes Dolores que pueda un hombre soportar: la despedida de una Madre sin igual, y la proximidad del amigo infiel. Dos heridas que me taladraban el Corazón. Una con su llanto, la otra con su odio. Me vi Obligado a Partir el pan con mi Caín. Tuve qué Tratarlo como amigo para que los demás no se dieran cuenta y Evitar de ese modo un crimen, que por otra parte era inútil, porque estaba ya Escrito en el Libro de la Vida: mi Santa Muerte, y el suicidio de Judas. Dios no Quería otras muertes. Tan sólo mi Sangre debía ser Derramada. Judas se ahorcó y entregó su sangre impura a Satanás. Sangre que no debía mezclarse, al caer sobre la tierra, con la Sangre Purísima del Inocente. Estas dos Heridas hubieran sido bastantes para Hacerme Agonizar. Pero era Yo el que Tenía qué Expiar, la Víctima, el Cordero. Este antes de ser inmolado sabe lo que duele la marca del hierro candente, los golpes, el trasquilo, ser vendido al matancero, para sentir al fin el frío del hierro que le corta la garganta. Debe dejar antes todo: su pastizal, su madre que lo crió, que lo alimentó, le dio calor, sus compañeros con quienes convivió. Todo lo Conocí y Experimenté. Yo, el Cordero de Dios. Por esta razón, al Alejarse del Padre, llegó Satanás. Había venido al principio de mi Misión a tentarme para que no la Realizase. Ahora regresaba. Era su hora. La hora del odio satánico. Multitudes de demonios había sobre la tierra para seducir los corazones, para ayudarlos a decidir mi Muerte. Cada sanedrista tenía el suyo, lo mismo que Herodes, Pilato, y todos los judíos que pidieron mi Sangre. También lo tenían los Apóstoles, que los adormecía, mientras Yo me Debilitaba, que los preparaba para ser cobardes. Sin embargo, hay qué tener en cuenta el Poder de la pureza. Juan, que era Puro, fue el Primero que se libró del influjo satánico, no me Dejó, y me Llevó a mi Madre.
Judas tenía a Lucifer y Yo lo tenía cerca. Él en el corazón, Yo a mi lado. Éramos los dos Personajes Principales de la Tragedia y Satanás se ocupaba personalmente de nosotros. Después de que empujó a Judas hasta el punto de que no podía retroceder, se volvió contra Mí. Con su perfecta astucia me Presentó los tormentos corporales con un realismo inimaginable. Ya había hecho las pruebas en el desierto. Con la Oración lo Vencí. El Espíritu se Sobrepuso al temor que sentía la Carne. Me Presentó la inutilidad de mi Muerte, el gozo de la vida, sin tener qué ocuparme de hombres ingratos. Vivir feliz, amado. Vivir para mi Madre, para no hacerla sufrir. Vivir para llevar a Dios a través de un largo apostolado a muchísimos hombres, los cuales, una vez que hubiera Muerto, me habrían Olvidado, mientras que si era un Maestro que enseñare no por tres años, sino por lustros y lustros, habrían terminado por absorber completamente mi Doctrina. Sus ángeles me hubieran ayudado a seducir a los hombres. ¿No estaba Yo viendo que los ángeles de Dios no venían en mi Ayuda? Después, Dios me habría perdonado al ver las multitudes de creyentes que le llevaría. También en el desierto me había tentado a poner a Dios en prueba con la imprudencia. Lo Vencí con la Oración. El Espíritu se Sobrepuso a la tentación moral. Me Presentó el Abandono de Dios. Que el Padre no me amaba más. Que cargaba con todos los pecados del mundo. Que le causaba asco, que se había ausentado, y me dejaba solo. Que me entregaba al ludibrio* de una plebe feroz. Que no me concedía ni siquiera su Consolación Divina. Que estaría Yo solo, solo, solo. Que él, Satanás, estaría cerca de Mí. Que Dios y los hombres estaban lejos de Mí porque ya no me amaban. O bien me odiaban, o bien indiferentes. Entre tanto, Yo Oraba para Cubrir con mi Oración las palabras satánicas. Pero mi Plegaria no subía hasta donde está Dios. Volvía a caer sobre Mí, como piedras lanzadas para lapidar a alguien. La Plegaria que había Sido para Mí una Caricia del Padre, Voz que llegaba hasta Él, y a la que Respondía con Amor y Palabras Paternales, ahora estaba muerta: era inútil Enviarla a un Cielo que había Cerrado sus Puertas. Fue entonces cuando Probé la amargura del Cáliz. El sabor de la Desesperación. Esto era lo que pretendía Satanás: Llevarme a la desesperación para convertirme en esclavo. Vencí la desesperación y la Vencí con mis Propias Fuerzas, porque Quise Vencerla. Con solas mis Fuerzas de Hombre. No era más que el Hombre. No era más que un Hombre, a Quien Dios no Ayudaba. Cuando Dios Ayuda es fácil soportar aún el mundo como si fuera un juguete de niños. Pero cuando no, aún el peso de una flor produce cansancio. Vencí la desesperación y a Satanás que era su origen para Servir a Dios y Daros a vosotros la Vida. Pero Saboreé la muerte. No la muerte física del crucificado –no fue tan dolorosa- sino la Muerte total, consciente del luchador que cae después de haber triunfado con un corazón destrozado, con una sangre que se perdía por las heridas de un esfuerzo superior a las fuerzas humanas. Y Sudé Sangre. La Sudé, para Ser Fiel a la Voluntad de Dios. Esta es la razón por la cual el Ángel que me Acompañó en mi Dolor me Habló de la Esperanza de todos los que se Salvarían por medio de mi Sacrificio, como un Bálsamo para mi Agonía. Vuestros nombres. Cada uno de ellos fue una inyección en mis Venas que me Dio Fuerzas. Cada uno de vuestros nombres fue Luz, Vigor. Durante las horas Dolorosísimas, para no mostrar el Dolor que Soportaba como Hombre, para no desesperar de Dios y no decir que era muy severo e injusto con su Víctima, me Repetía vuestros nombres. Os vi. Desde aquella Hora os Bendije. Desde aquellos momentos los he Llevado en mi Corazón. Y cuando sonó el momento de que vinieseis a la tierra, Quise estar Presente a vuestra llegada Regocijándome al Pensar que una nueva flor de Amor había brotado en el mundo y que viviría para Mí. ¡Oh, benditos Míos! ¡Consuelo Mío cuando Agonizaba! Mi Madre, mi Apóstol, las mujeres piadosas estuvieron presentes cuando Moría, pero también vosotros. Mis Ojos Agonizantes os Miraron junto con el Rostro adolorido de mi Madre, y los Cerré Gozoso porque habían Visto que os salvaríais, que erais dignos del Sacrificio de un Dios”.
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DE NUESTRA MADRE CELESTIAL:
LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD: Visita Celestial del Día 28.
“¡Ah! si el Fiat Divino no me Hubiera Sostenido y no continuara su Curso de los mares infinitos de Luz, de alegría, de felicidad, al lado de los mares de mis acerbos dolores, Yo habría muerto tantas veces por cuantas Penas Sufrió mi Querido Hijo. ¡Oh! cómo me Sentí destrozar cuando la última vez lo vi Pálido, con una Tristeza de muerte sobre el Rostro, y con Voz temblorosa como si Quisiera Sollozar, me Dijo: “¡Mamá, adiós! Bendice a tu Hijo, y Dame la Obediencia de Morir. El Mío y tu Fiat Divino me Hicieron Concebir, el Mío y tu Fiat Divino me Deben hacer Morir. Rápido ¡oh! Mamá Querida, Pronuncia tu Fiat y dime: “Te bendigo y te Doy la Obediencia de Morir Crucificado, así lo Quiere el Eterno Querer, así Quiero también Yo.”
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA,
Vol. 18-11 (6-7) Noviembre 5, 1925
(6) Tu Amor no se detenga, recorra todos los tabernáculos, cada Hostia sacramental, y en cada Hostia oirás Gemir al Espíritu Santo con Dolor inenarrable. El Sacramento de la Eucaristía no es sólo su Vida que reciben las almas, sino es mi Misma Vida que se da a ellas, así que el fruto de este Sacramento es formar mi Vida en ellas, y cada comunión sirve para hacer Crecer mi Vida, para Desarrollarla de modo de poder decir: ‘Yo soy otro Cristo’. Pero, ¡ay de Mí! qué pocos lo aprovechan, es más, cuántas veces desciendo en los corazones y me Hacen encontrar la armas para Herirme, y me Repiten la Tragedia de mi Pasión, y en cuanto se consumen las Especies Sacramentales, en vez de Incitarme a Quedar con ellas Soy Obligado a Salir bañado en Lágrimas, Llorando mi Suerte Sacramental, y no Encuentro quién calme mi Llanto y mis Gemidos Dolientes. Si tú pudieses romper los velos de la Hostia que me Cubren, me Encontrarías bañado en Llanto conociendo la Suerte que me Espera al Descender en los corazones. Por eso tu correspondencia de Amor por cada Hostia sea continuo, para Calmarme el Llanto y volver menos Dolorosos los Gemidos del Espíritu Santo.
(7) No te detengas, de otra manera no te Encontraremos siempre Junto en Nuestros Gemidos y en Nuestras Lágrimas Secretas, Sentiremos el Vacío de tu correspondencia de Amor. Desciende en el Sacramento del Orden, aquí sí, encontrarás Nuestros más Íntimos Dolores escondidos, las Lágrimas más amargas, los Gemidos más desgarradores. El Orden constituye al hombre a una altura suprema, de un carácter divino, lo hace el repetidor de mi Vida, el administrador de los Sacramentos, el pacificador entre el Cielo y la tierra, el portador de Jesús a las almas; pero, ¡ay de Mí! Cuántas veces vemos en el ordenado que será un nuevo Judas, un usurpador del carácter que le ha sido impreso. ¡Oh! cómo Gime el Revelador de mis Secretos, de mi Evangelio, de la Ciencia más Sagrada, el Espíritu Santo al ver en el ordenado arrancarse las cosas más sagradas, el carácter más grande que existe entre el Cielo y la tierra; cuántas profanaciones, cada acto de este ordenado hecho no según el carácter impreso, será un Grito de Dolor, un Llanto amargo, un Gemido desgarrador. El Orden es el Sacramento que encierra todos los demás Sacramentos juntos, por eso si el ordenado sabe conservar en sí, íntegro el carácter recibido, pondrá casi a salvo todos los otros Sacramentos, será él el defensor y el salvador del mismo Jesús. Por eso, no viendo esto en el ordenado, Nuestros Dolores se concentran más, Nuestros Gemidos se vuelven más Continuos y Dolientes, por eso corra tu correspondencia de Amor en cada acto sacerdotal para hacer Compañía al Amor Gimiente del Espíritu Santo.”
¡FIAT!
REPARACIÓN A JESÚS
LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, CUARTA HORA – 8 pm.
La Institución de La Santísima Eucaristía:
“Jesús mío, permíteme que enjugue tus Lágrimas y te Tranquilice el Llanto con mi Amor, y para repararte te ofrezco las ansias y suspiros, los deseos ardientes que te han dado todos los santos que han existido y existirán, los de tu Mamá y el mismo Amor del Padre y del Espíritu Santo, y yo haciendo mío este Amor, quiero ponerme a las puertas del tabernáculo para hacerte las reparaciones y gritar detrás a las almas que quisieran recibirte para hacerte llorar, ‘te Amo” y tantas veces intento repetir estos Actos de reparación, por cuantos contentos Das a todos los Santos, y por cuantos Movimientos Contiene la Santísima Trinidad. Coronada Mamá, te beso el Corazón y te pido que Custodies mis afectos, mis deseos, mis latidos, mis pensamientos, y que los Pongas como lámparas a la puerta de los tabernáculos para cortejar a Jesús. ¡Cuánto te compadezco, oh Jesús! Tu Amor es puesto en aprietos, ¡ah! te ruego, para consolarte por las ofensas que recibes y para repararte por tus cadenas que son hechas pedazos, que encadenes mi corazón con todas estas cadenas para poder darte por todos mi correspondencia de Amor. Jesús mío, Flechero Divino, beso tu Pecho. Es tal y tanto el Fuego que Él contiene, que para dar un poco de desahogo a tus llamas que se elevan tan alto, Tú, queriendo hacer un descanso en tu trabajo, quieres jugar en el Sacramento, y tu juego es formar flechas, dardos, saetas, a fin de que cuando vengan ante Ti, Tú te pongas a jugar con las criaturas, haciendo salir de tu pecho tus flechas para flecharlas, y cuando las reciben Tú haces fiesta y formas tu juego, pero muchas, oh Jesús, te las rechazan, enviándote en correspondencia flechas de frialdad, dardos de tibieza y saetas de ingratitud; y Tú quedas tan Afligido por esto, que Lloras porque las criaturas te Hacen Fracasar en tu Juego de Amor. Oh Jesús, he aquí mi pecho dispuesto a recibir no sólo tus Flechas destinadas para mí, sino también aquellas que te rechazan los demás, y así no quedarás más Frustrado en tus Juegos, y quiero también repararte por las frialdades, las tibiezas y las ingratitudes que recibes. Oh Jesús, beso tu Mano izquierda y quiero reparar por todos los tocamientos ilícitos y no santos hechos en tu Presencia, y te Ruego que con esta Mano me Tengas siempre Estrechada a tu Corazón. Oh Jesús, beso tu Mano derecha, e intento reparar todos los sacrilegios, especialmente las Misas malamente celebradas. ¡Cuántas veces, Amor mío Tú eres Obligado a Descender del Cielo a las manos de los sacerdotes, que en virtud de su potestad te llaman y encuentras esas manos llenas de fango, que chorrean inmundicia, y Tú, aunque Sientes náusea de esas manos, te Ves Obligado por tu Amor a permanecer en ellas! Es más, en algunos sacerdotes, Tú encuentras en ellos a los sacerdotes de tu Pasión, que con sus enormes delitos y sacrilegios renuevan el deicidio. ¡Jesús mío, me da espanto el sólo pensarlo! Y otra vez, como en la Pasión, te estás en aquellas manos indignas, como Manso Corderito, Esperando de nuevo tu Muerte. ¡Oh Jesús, cuánto sufres, Tú quisieras una mano amorosa para liberarte de esas manos sanguinarias! Ah, te ruego que cuando te Encuentres en esas manos me llames para estar presente, y para repararte quiero cubrirte con la Pureza de los ángeles, Perfumarte con tus Virtudes para disminuir el hedor de aquellas manos y mi corazón como consuelo y refugio, y mientras estés en mí yo te rogaré por los sacerdotes, para que sean dignos ministros tuyos, y no pongan en peligro tu Vida Sacramental.”
GLORIA PATRI
ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO
SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER
ET IN SAECULA SAECULORUM
AMEN.
FIAT / La llamada de Dios a la criatura a la vocación del amor.
Canal de YouTube: https://youtube.com/@dianapatriciacuartasdv?si=Y4LnjyAqR6SeANu8Y4LnjyAqR6SeANu8s7
© 2025 Divina Voluntad FIAT / Todos los derechos reservados.

