EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ☀️Octava de Pascua, 21 Abril, 2025 - Lunes

“Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”

EVANGELIOS

4/21/20259 min read

LECTURAS DEL DÍA:

  • Primera Lectura: Hechos 2,14.22-33:

Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos.

  • Salmo 15:

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.


+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28,8-15:

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

PALABRA DE DIOS

GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS


LECTURA DE LOS EVANGELIOS DEL REINO ☀️

  1. + EL POEMA DEL HOMBRE DIOS:

El Evangelio como me ha sido Revelado,12 abril 1945

Las mujeres piadosas van al sepulcro:

“¿Por qué estás llorando, mujer? Le pregunta uno de los luminosos seres, bellísimos jovencillos. “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. María no tiene miedo de hablar con ellos, ni pregunta: “¿Quiénes sois?” Nada. Nada les espanta. Todo cuanto pueda sorprender a un hombre, lo ha ya experimentado. Ahora no es sino algo destruido que llora sin fuerzas, sin importarle nada. El jovencillo angelical mira a su compañero, le sonríe. El otro hace lo mismo. Con una alegría angelical ambos miran hacia afuera, hacia el huerto florido con los miles de corolas que se han abierto a los primeros rayos del sol en los manzanos que hay allí. María se vuelve para ver lo que miran. Y ve a un Hombre, hermosísimo que no comprendo cómo no puedo haberlo reconocido. Un Hombre que la mira con piedad y le pregunta: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Es verdad que Jesús llevado de su compasión para con Magdalena a quien las demasiadas emociones han debilitado y que podría morir de una alegría imprevista no se muestra claramente, pero me pregunto como pudo no haberlo reconocido. Entre sollozos, Magdalena dice: “¡Me han quitado al Señor Jesús! Había venido para embalsamarlo con la esperanza de que resucitase… Todo mi valor, todas mis esperanzas, toda mi fe giraban en torno a mi amor por Él… pero ahora no lo encuentro más… He puesto aún mi amor alrededor de mi fe, de la esperanza, del valor para defenderlos de los hombres… pero ¡todo es inútil! Los hombres han robado a mi Amor y con ello todo se han llevado… ¡Oh Señor mío, si tú te lo llevaste, dime, dónde lo pusiste! Yo lo tomaré… No lo diré a nadie… Será un secreto entre yo y tú. Mira: soy la hija de Teófilo, la hermana de Lázaro pero estoy a tus pies para suplicártelo como una esclava. ¿Quieres que te compre su cuerpo? Lo haré. ¿Cuánto quieres? Soy rica. Puedo darte mucho oro y muchas piedras preciosas por lo que pesa. Pero devuélvemelo. No te denunciaré. ¿Quieres azotarme? Hazlo. Hasta que me saques sangre si así te parece. Si lo odias a Él, desquítate conmigo. Pero devuélvemelo. ¡Oh, no me desoigas, Señor mío! ¡Ten compasión de una pobre mujer!… ¿No quieres hacerlo por mí? Entonces hazlo por su Madre. ¡Dime, dime, dónde está mi Señor Jesús! Soy fuerte. Lo tomaré entre mis brazos y lo cargaré como a un niño. Señor… señor… lo ves… hace tres días que la ira de Dios nos ha castigado por lo que se hizo a su Hijo… No agregues profanación al delito…” “¡María!” Jesús centellea al llamarla por su nombre. Se revela en su triunfante fulgor. “¡Raboni!” El grito de María es el “gran grito” que cierra el ciclo de la muerte. Con el primero las tinieblas del odio envolvieron a la Víctima en sus vendas fúnebres, con el segundo las luces del amor aumentaron su brillo. María al son de su grito que llena el huerto se levanta, se echa a los pies de Jesús. Quiere besarlos. Jesús tocándola apenas con la punta de sus dedos sobre la frente la separa diciéndole: ¡No me toques! Aún no he subido a mi Padre con este vestido. Ve donde están mis hermanos y amigos y diles que subo a mi Padre y vuestro, a mi Dios y vuestro. Y luego iré a donde están ellos”. Jesús desaparece envuelto en una luz que no puede verse. Magdalena besa el suelo donde estuvo y corre a casa. Entra como un cohete porque la puerta estaba semicerrada para que por ella pase el dueño, que ha salido para ir a la fuente. Abre la puerta de la habitación de María, se le echa sobre el pecho, gritando: “¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado!” y bienaventurada llora. Mientras acuden Pedro y Juan y del cenáculo salen espantadas Salomé y Susana, que escuchan lo sucedido, llegan de la calle María de Alfeo, Marta y Juana que con el aliento entrecortado dicen que “estuvieron allí, que vieron dos ángeles, que decían ser los custodios del Hombre-Dios, y el ángel de su Dolor, y que habían recibido la orden de decir a los discípulos que había resucitado”. Y como Pedro mueve la cabeza, insisten diciendo: “Sí. Han dicho: “¿Porqué buscáis al Viviente entre los muertos? Él no está aquí. Ha resucitado como lo predijo cuando estaba en Galilea. ¿No os acordáis de ello? Dijo: ‘El Hijo del hombre debe se entregado en las manos de los pecadores y será crucificado. Pero resucitará al tercer día’ ” ”. Pedro sacude la cabeza diciendo: “¡Muchas cosas han sucedido en estos días! Os habéis quedado asustadas”. Magdalena levanta la cabeza del regazo de María y confiesa: “¡Lo he visto! Le he hablado. Me ha dicho que sube al Padre y que luego vendrá. ¡Qué bello es!” y llora como nunca lo había hecho, ahora que no tiene por qué atormentarse a sí misma al luchar contra las dudas que le asechaban de todas partes. Pedro y Juan dudan. Se miran. Su mirada dice: “¡Imaginaciones de mujeres!” Ahora Susana y Salomé se atreven a hablar. Pero la inevitable diversidad de detalles: de los guardias que antes estaban como muertos y después, no; de los ángeles que son uno y dos, que los apóstoles no vieron; de que Jesús viene aquí y de que se adelanta a ellos en Galilea, hace que la duda crezca más en los apóstoles y que se persuadan que son “imaginaciones de mujeres”. María, la feliz madre, guarda silencio sosteniendo a Magdalena… No comprendo la razón de este silencio maternal. María de Alfeo dice a Salomé: “Vayamos nosotras dos. Veamos si todas estaban ebrias…” Y salen corriendo. Las otras se quedan. Los dos apóstoles tranquilamente se burlan de ellas, cerca de María que no dice nada, absorta en un pensamiento que a su modo interpretan y que nadie comprende que sea un éxtasis. Vuelven las dos mujeres entradas en años: “¡Es verdad! ¡Es verdad! Lo hemos visto. Nos ha dicho, cerca del huerto de Bernabé: “La paz sea con vosotras. No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que he resucitado y que vayan dentro de pocos días a Galilea. Allí estaremos todavía un poco juntos”. Así ha dicho. Magdalena tiene razón. Hay qué decirlo a los que están en Galilea, a José, a Nicodemo, a los discípulos de mayor confianza, a los pastores. Id. Haced algo… ¡Oh, ha resucitado!…” todas llenas de felicidad lloran. “¡Estáis locas! ¡El dolor os ha trastornado la cabeza! Habéis creído que la luz fuera un ángel, que el viento fuese voz, que el sol fuese Jesús. No os critico. Os comprendo, pero no puedo creer sino en lo que yo he visto: el Sepulcro abierto y vacío y los guardias que huyeron después de haber sido robado el cadáver”. “¡Pero si los guardias mismos lo están diciendo que ha resucitado! ¡Si la ciudad está alborotada y los jefes de los sacerdotes están que se mueren de rabia porque los guardias, aterrorizados, han hablado! Ahora quieren que digan de modo diverso y para esto les han pagado. Pero ya se sabe. Si los judíos no creen en la resurrección, si no quieren creer, muchos otros creerán…” “¡Uhm, mujeres!…” Pedro levanta sus hombros y hace como que se va. Entonces la Virgen, que continúa teniendo sobre su pecho a Magdalena que llora como un sauce bajo una llovizna por su inmensa alegría y a quien besa sobre sus rubios cabellos, levanta la mirada transfigurada y dice las siguientes breves palabras: “Realmente ha resucitado. Lo he tenido entre mis brazos. Lo he besado en sus llagas”. Y luego se inclina sobre los cabellos de Magdalena y agrega: “Sí, la alegría es más fuerte que el dolor, pero no es más que un grano de arena de lo que será tu océano de júbilo eterno. Bienaventurada tú que sobre la razón has hecho que hablase el espíritu”.

¡FIAT!


  1. + EL EVANGELIO DE NUESTRA MADRE CELESTIAL:

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA, Visita Celestial del Día 29:

“Ahora hija mía, ¡oh! cómo te quisiera presente en el acto en que resucitó mi Hijo, Él era todo majestad, su Divinidad unida a su alma manaba mares de luz y de belleza encantadora, de llenar Cielo y tierra, y como triunfador, haciendo uso de su poder, ordenó a su muerta Humanidad que recibiera de nuevo su alma y que resucitara triunfante y gloriosa a la vida inmortal. ¡Qué acto tan solemne! Mi querido Jesús triunfaba sobre la muerte diciendo: “Muerte, tu no serás más muerte, sino vida.” Con este acto de triunfo ponía el sello de que era Hombre y Dios, y con su Resurrección confirmaba el Evangelio, los milagros, la vida de los sacramentos y toda la vida de la Iglesia, y no sólo esto, sino que daba el triunfo sobre la voluntad humana debilitada y casi extinta en el verdadero bien, de hacer triunfar sobre ellas la Vida del Querer Divino, que debía llevar a las criaturas la plenitud de la santidad y de todos los bienes, y al mismo tiempo arrojaba, en virtud de su Resurrección, el germen en los cuerpos de resurgir a la gloria imperecedera. Hija mía, la Resurrección de mi Hijo encierra todo, dice todo, confirma todo y es el acto más solemne que Él hizo por amor de las criaturas.”

¡FIAT!


  1. + EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA, Vol. 4-124 (1-3) Marzo 30, 1902

(1) Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, he visto por poco tiempo a mi adorable Jesús en el momento de su Resurrección, todo vestido de luz resplandeciente, tanto, que el sol quedaba oscurecido ante aquella luz. Yo he quedado encantada y he dicho: “Señor, si no soy digna de tocar tu Humanidad glorificada, hazme tocar al menos tus vestidos”.

(2) Y Él me ha dicho: “Amada mía, ¿qué dices? Después de que resucité no tuve más necesidad de vestidos materiales, sino que mis vestiduras son de sol, de luz purísima que cubre mi Humanidad y que resplandecerá eternamente dando gozo indecible a todos los sentidos de los bienaventurados. Y esto fue concedido a mi Humanidad porque no hubo parte de Ella que no fuera cubierta de oprobios, de dolores y de llagas”.

(3) Dicho esto ha desaparecido sin que haya tocado ni su Humanidad ni los vestidos, porque mientras tomaba entre mis manos sus sagradas vestiduras, se me escapaban y no las encontraba.”

¡FIAT!



1 PATER NOSTER, AVE MARÍA Y GLORIA PATRI

☀️para pedir que Venga y se Extienda EL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA para mí y para todos, en Virtud de la RESURRECCIÓN de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.


PATER NOSTER, Qui es in caelis sanctificetur Nomen Tuum; adveniat Regnum Tuum;

Fiat Voluntas Tua, sicut in Caelo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

Et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus

Debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem;

Sed libera nos a malo.

Amen.


AVE MARÍA, Gratia plena, Dominus tecum,

benedicta tu in muliéribus, et benedictus

fructus ventris tui, Iesus.


Sancta Maria, Mater Dei et Mater nostra,

Corredentrix animarum, ora pro nobis

Peccatoribus, et efectum Gratiae tua

Flamma Amoris tui Dolentis et Inmaculati Cordis

Súper totam humanitatem infunde,

Nunc et in hora mortis nostrae.

Amen.


GLORIA PATRI

ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO

SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER

ET IN SAECULA SAECULORUM

AMEN.