EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ☀️ Tiempo de Pascua Jueves 15 Mayo, 2025
“EL QUE RECIBE A MI ENVIADO ME RECIBE A MÍ”
EVANGELIOS
7/2/202513 min read


EL EVANGELIO DEL REINO DE LA
VOLUNTAD DE DIOS
☀️
“EL QUE RECIBE A MI ENVIADO ME RECIBE A MÍ”
Tiempo de Pascua
Semana No. 4,
Jueves 15 Mayo, 2025
LECTURAS DEL DÍA:
Primera Lectura: Hechos 13,13-25:
Dios sacó de la descendencia de David un salvador: Jesús.
Salmo 88:
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13,16-20:
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que Yo Soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a Mí; y el que a Mí me Recibe, recibe al que me ha Enviado."
PALABRA DE DIOS
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
LECTURA DE LOS EVANGELIOS DEL REINO
☀️
+ EL POEMA DEL HOMBRE DIOS:
El Evangelio como me ha sido Revelado, 9 marzo 1945:
“Jesús ha terminado. Se quita la toalla, se lava las manos en agua limpia, se vuelve a poner su vestido, regresa a su lugar y dice, mientras se sienta: “Ahora estáis puros, pero no todos. Sólo los que han tenido voluntad de estarlo”. Mira detenidamente a Judas de Keriot que hace muestras de no oír, como que está ocupado explicando a Mateo por qué su padre decidió mandarlo a Jerusalén. Una charla inútil que tiene por objeto dar a Judas cierto aire de importancia; aunque es audaz, no debe sentirse muy bien. Jesús escancia el vino, por tercera vez, en la copa común. Bebe y ofrece a los otros para que beban. Luego entona un cántico, al que los otros acompañan: “Amo porque oye el Señor la voz de mis súplicas; porque inclinó a mí sus oídos. Lo invocaré por toda la vida. Me habían sorprendido los lazos de la muerte, etc. Una pausa brevísima, luego sigue cantando: “Tuve confianza, por eso hablo. Pero me había encontrado en gran humillación. Habíame dicho en mi abatimiento: “Todos los hombres son engañosos” ”. Mira fijamente a Judas. La voz, cansada en esta noche, de mi Jesús toma aliento cuando exclama: “Es preciosa a los ojos de Dios la muerte de los santos” y “Tú has roto mis cadenas. A Ti sacrificaré hostias de alabanza, invocando el nombre del Señor”, etc. etc. Otra breve pausa en el canto y luego sigue: “Alabad, naciones todas, al Señor; pueblos todos, alabadlo, porque su misericordia ha quedado con nosotros y la fidelidad del Señor es duradera como la eternidad”. Otra breve pausa, y luego un himno largo: “Alabad al Señor que es bueno, porque su misericordia es eterna…” Judas de Keriot canta tan desentonado que dos veces Tomás le obliga a tomar el tono con su fuerte voz de barítono, y lo mira fijamente. También otros lo miran porque generalmente entona bien y se gloría, como de sus otras dotes, de su voz. ¡Pero esta noche! Ciertas frases lo turban y se detiene, lo mismo que ciertas miradas de Jesús cuando pone énfasis en ciertas frases. Una es: “Es mejor confiar en el Señor que en el hombre”. Otra es: “Tropezaba y estaba a punto de caer, pero el Señor me sostuvo”. Otra: “No moriré, antes bien viviré y cantaré las obras del Señor”. Las dos siguientes parecen estrangular la garganta del traidor: “La piedra que los albañiles desecharon, ha sido convertida en piedra angular” y “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Terminado el salmo, mientras Jesús corta el cordero y lo reparte. Mateo pregunta a Judas de Keriot: ¿Te sientes mal?” “No. Déjame en paz. No te metas conmigo”. Mateo se encoge de hombros. Juan, que oyó lo que Judas contestó, dice: “Tampoco el Maestro se encuentra bien. ¿Qué te pasa, Jesús? Estás ronco. Como si estuvieras enfermo o como si hubieras llorado mucho”, le extiende sus brazos y reclina su cabeza sobre su pecho. “No he hecho más que hablar, como no he hecho más que caminar he cogido frío” dice Judas nervioso. Jesús se dirige a Juan: “Tú ya me conoces… y sabes qué es lo que me cansa…”
“El cordero se ha terminado, Jesús, que ha comido muy poco, que en lugar del poquísimo vino, ha bebido mucha agua como quien tiene fiebre, vuelve a tomar la palabra: “Quiero que entendáis lo que acabo de hacer. Os había dicho que el primero es como el último, y que os daré un alimento que no es corporal. Os di un alimento de humildad, que es para vuestro espíritu. Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy. Si pues Yo he lavado los pies, también vosotros debéis hacerlo el uno con el otro. Ejemplo os he dado para que como Yo he obrado, obréis. Os digo en verdad: el siervo no es superior al patrón, ni el enviado al que lo envió. Tratad de comprender estas cosas. Si las comprendieseis y pusieseis en práctica, seréis bienaventurados. Cosa que no todos lograréis. Os conozco. Conozco a quien he escogido. No me refiero a todos. Digo lo que es verdad. Por otra parte, debe cumplirse lo que está escrito respecto de Mí: “El que come conmigo el pan, levantó su calcañal contra Mí”. Os digo todo ante de que suceda, para que no vayáis a dudar de Mí. Cuando todo se hubiere cumplido, creeréis con mayor razón que Yo soy. Quien me acoge, acoge a quien me ha enviado, al Padre santo que está en los cielos, y quien acogiere a los que Yo enviare, me acogerá a Mí mismo. Porque Yo estoy con el Padre y vosotros conmigo… Ahora terminemos el rito”. Echa nuevamente vino en el cáliz común y, antes de beber de él y de darlo a los demás, se pone de pie. Los demás lo imitan y repiten un salmo anteriormente cantado: “Tuve confianza y por esto hablé…” y luego uno que parece que nunca va a acabar. Pero ¡qué bello! Creo que por lo que comienza y por lo largo debe ser el salmo 118. Lo cantan de este modo: un trozo todos juntos, luego por turno cada quien recita un dístico* y los demás recitan un trozo, y así hasta el fin. ¡Me imagino que deberán tener sed, al terminar! Jesús se sienta. No toma la postura habitual de sus tiempos. Se sienta solo, como nosotros. Dice:
“Ahora que hemos cumplido con el rito antiguo voy a celebrar el nuevo rito. Os prometí un milagro de Amor, y ha llegado la hora de hacerlo. Por esto había Deseado esta Pascua. De hoy en adelante esta es la Hostia que será inmolada como un Rito eterno de Amor. Os he Amado durante toda mi Vida terrenal, amigos Míos. Os he Amado desde la eternidad, hijos Míos. Y Quiero Amaros hasta el fin. No hay cosa mayor que Ésta. Recordadlo. Me voy, pero quedaremos siempre unidos mediante el Milagro que ahora voy a Realizar”. Jesús toma un pan entero, lo pone sobre la copa llena de vino. Bendice y ofrece ambos, luego parte el pan en trece pedazos y da uno a cada apóstol, diciendo: “Tomad y comed. Esto es mi Cuerpo. Haced esto en recuerdo de Mí, que me Voy”. Da el cáliz y dice: “Tomad y bebed. Esta es mi Sangre. Esto es el cáliz del nuevo pacto (sellado) en mi Sangre y por mi Sangre, que será derramada por vosotros para que se os perdonen vuestros pecados y para daros la Vida. Haced esto en recuerdo Mío”. Jesús está tristísimo. No se dibuja la Sonrisa en su Rostro. Ha perdido el color. Parece como si estuviese agonizante. Los apóstoles lo miran afligidos. Se pone de Pie Diciendo: “No os mováis. Regreso pronto”. Toma el décimo tercer pedazo de pan, Toma el cáliz y sale del Cenáculo. “Va a donde está su Madre” dice en voz baja Juan. Judas Tadeo con un suspiro. “¡Pobre Mujer!” Pedro con una voz que apenas se oye: “¿Crees que esté enterada?” “De todo lo está. Siempre lo ha sabido”. Todos hablan en voz muy baja, como si estuvieran ante un cadáver. “Pero, ¿estáis seguros que sea así?…” pregunta Tomás, que no quiere aún creer. “¿Todavía dudas de ello? Es su Hora” responde Santiago de Zebedeo. “Que Dios nos dé fuerzas para serle fieles” dice Zelote. “¡Oh” yo…” empieza a decir Pedro. Pero Juan que está alerta, hace: “Psss. Regresa”. Jesús vuelve a entrar. Trae en la mano la copa vacía. En el fondo apenas si se ve algo de vino, que bajo la luz del candil parece en realidad Sangre. Judas Iscariote, que tiene delante la copa, la mira como fascinado, y aparta su vista. Jesús lo mira y tiene un sacudimiento que Juan, que está apoyado sobre su pecho, siente: “¡Dilo! Tiemblas…” exclama. “No. No tiemblo porque tenga fiebre… Os he dicho todo y todo os he dado. No podía hacer más. Me he Dado Yo Mismo”. Dibuja un delicado gesto con sus manos que antes tenía juntas, y luego separa, las extiende inclinando su Cabeza como para Decir: “Perdonad que no pueda más. Pero así es”. “Os he Dicho todo, y todo os he Dado. Y repito. El nuevo rito se ha realizado. Haced esto en Memoria mía. Os lavé los pies para Enseñaros a ser humildes y puros como lo Es vuestro Maestro. Porque en verdad os digo que los discípulos deben ser como el Maestro; también cuando estéis en alto, recordadlo. El discípulo no es más que el maestro. Como os lavé, hacedlo entre vosotros. Esto es, amaos como hermanos, ayudándoos mutuamente, respetándoos uno a otros, dándoos mutuo ejemplo. Sed puros para que seáis dignos de comer del Pan Vivo que ha descendido del Cielo y para que tengáis en vosotros y por Él la fuerza de ser mis discípulos en un mundo enemigo que os odiará por causa de mi Nombre. Uno de vosotros no está puro. Uno de vosotros, el que me traicionará. Por ello estoy profundamente conturbado dentro de mi Corazón… La mano del que me traicionará está en esta mesa. Ni mi Amor, ni mi Cuerpo, ni mi Sangre, ni mi Palabra le han hecho cambiar su determinación, ni que se arrepienta. Lo perdonaría, Muriendo aun por él”.
(*dístico = Composición usual en la poesía griega y latina que consta de dos versos, por lo común un hexámetro seguido de un pentámetro).
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DE NUESTRA MADRE CELESTIAL
LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
Visita Celestial Día 27:
“Ahora hija amadísima, si te quisiera decir lo que obró y sufrimos mi Hijo y Yo en estos tres años de su vida pública, me extendería demasiado. Lo que te recomiendo es que en todo lo que puedas hacer y sufrir, tu primer acto y el último sea el Fiat Divino. En el Fiat nos separamos con mi Hijo, y el Fiat me dio la fuerza de hacer el sacrificio. Así encontrarás la fuerza para todo, incluso en las penas que te cuestan la vida, si todo lo encierras en el eterno Fiat. Por eso dame tu palabra que te harás encontrar siempre en la Divina Voluntad. Así también tú sentirás la inseparabilidad de Mí y de nuestro Sumo Bien Jesús.”
¡FIAT!
+ EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA
Vol. 6-17 (1-6) Febrero 7, 1904:
(1) He pasado todo el mes pasado muy sufriente, por eso he descuidado el escribir, y continuaba sintiéndome muy débil y sufriente, me viene frecuentemente un temor, porque no es que no pueda escribir, sino que no quiero, y por excusa digo que no puedo; es verdad que siento mucha repugnancia y debo hacer un gran esfuerzo para escribir, y sólo la obediencia podía vencerme. Por lo cual, para quitar cualquier duda me he decidido a no escribir todo, sino sólo algunas palabras que recuerdo, para ver si verdaderamente puedo o no puedo. Recuerdo que un día sintiéndome mal me dijo:
(2) “Hija mía, ¿qué será si cesa la música en el mundo?”
(3) Y yo: “Señor, ¿qué música puede cesar?”
(4) Y Él ha agregado: “Tu música amada mía, porque cuando el alma sufre por Mí, ruega, repara, alaba, agradece continuamente, es una continua música a mi Oído, y me quita de Sentir la iniquidad de la tierra, y por lo tanto de castigar como conviene, y no sólo eso, sino que es música en las mentes humanas y las aleja de hacer cosas peores. Entonces, si Yo te llevo, ¿no cesará la música? Para Mí es nada, porque no será otra cosa que transportarla de la tierra al Cielo, y en vez de tenerla en la tierra la tendré en el Cielo, ¿pero el mundo cómo hará?”
(5) Entonces yo pensaba para mí: “Estos son los acostumbrados pretextos para no llevarme, hay tantas almas buenas en el mundo y que tanto hacen por Dios, y que yo entre todas ellas no ocupo sino tal vez el último lugar, sin embargo, dice que si me lleva cesará la música. Hay tantas que se la hacen mejor”. Mientras esto pensaba, como un rayo ha Venido y ha Agregado:
(6) “Hija mía, esto que dices es verdad, que hay muchas almas buenas y que mucho hacen por Mí, pero cómo es difícil encontrar una que me Dé todo para Poderme Dar Todo; quién se retiene un poco de amor propio, quién la propia estima, quién un afecto incluso a personas aún santas, quién una pequeña vanidad, quién se retiene un poco de apego a la tierra, quién al interés, en suma, quién a una cosita y quién a otra, todos retienen alguna cosa de propio y esto impide que todo sea Divino en ellos. Entonces, no siendo todo Divino lo que sale de ellos, no podrá su música producir aquellos efectos a mi Oído y a las mentes humanas. Por consiguiente, el mucho hacer de ellos no podrá producir aquellos efectos, ni Agradarme tanto, como el pequeño hacer de quien no retiene nada para sí y que toda a Mí se da”.
¡FIAT!
REPARACIÓN A JESÚS
LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Una parte de la Undécima Hora, 3 am.
Las negaciones de Pedro:
“Pero entre tantas acusaciones y ultrajes veo que pones Atentos tus Oídos, tu Corazón Late fuerte como si fuera a estallar por el dolor. Dime, Afligido Bien mío, ¿qué sucede ahora? Porque veo que todo eso que Te están haciendo tus enemigos, es tan grande tu Amor que con ansia lo Esperas y lo Ofreces por nuestra salvación; y tu Corazón con toda calma Repara las calumnias, los odios, los falsos testimonios, y el mal que se hace a los inocentes con premeditación, y Reparas por aquellos que te ofenden por instigación de sus jefes, y por las ofensas de los eclesiásticos; y mientras unida Contigo sigo tus Mismas Reparaciones, siento en Ti un cambio, un nuevo Dolor no sentido hasta ahora. Dime, dime qué pasa. Hazme partícipe de todo, oh Jesús. «¡Ah! hija, ¿quieres saberlo? Oigo la voz de Pedro que dice no Conocerme y ha jurado, ha jurado en falso, y por tercera vez, que no me Conoce. ¡Ah! Pedro, ¿cómo? ¿No me Conoces? ¿No recuerdas con cuántos bienes Te he colmado? ¡Oh, si los demás me hacen morir de Penas, tú me haces morir de Dolor! ¡Ah, cuánto mal has hecho al seguirme desde lejos, exponiéndote a la ocasión!» Negado Bien mío, cómo se conocen inmediatamente las ofensas de tus más Amados. Oh Jesús, quiero hacer correr mi latido en el tuyo para endulzar el dolor atroz que sufres, y mi latido en el tuyo te jura fidelidad y amor y repito mil y mil veces que te conozco; pero tu corazón no se calma todavía y tratas de mirar a Pedro. A tus Miradas Amorosas, llenas de Lágrimas por su negación, Pedro se enternece, llora y se retira de allí; y Tú, habiéndolo Puesto a salvo te Calmas y Reparas las ofensas de los Papas y de los jefes de la Iglesia, y especialmente por aquellos que se exponen a las ocasiones. Pero Tus enemigos continúan acusándote, y viendo Caifás que nada respondes a sus acusaciones Te dice: «Te conjuro por el Dios vivo, dime, ¿Eres Tú verdaderamente el Hijo de Dios?» (Mt 26, 63) Y Tú amor mío, teniendo siempre en tus labios palabras de verdad, con una actitud de majestad suprema y con voz sonora y suave, tanto que todos quedan asombrados, y los mismos demonios se hunden en el abismo, respondes: «Tú lo dices, ¡sí, Yo Soy el Verdadero Hijo de Dios, y un día Descenderé sobre las nubes del cielo para Juzgar a todas las naciones!» (Mt 26, 64)
Ante tus Palabras Creadoras todos hacen silencio, se sienten estremecer y espantados, pero Caifás después de pocos instantes de espanto, reaccionando y todo furibundo, más que bestia feroz, dice a todos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ¡Ya ha dicho una gran blasfemia! ¿Qué más esperamos para condenarlo? ¡Ya es reo de muerte!» (Mt 26, 65-66) Y para dar más fuerza a sus palabras se rasga las vestiduras con tanta rabia y furor, que todos, como si fuesen uno solo, se lanzan contra Ti, Bien mío, y quién Te da puñetazos en la Cabeza, quién Te tira por los Cabellos, quién te da bofetadas, quién Te escupe en la Cara, quién te Pisotea con los pies. Son tales y tantos los tormentos que Te dan, que la tierra tiembla y los Cielos quedan sacudidos. Amor mío y Vida mía, conforme Te atormentan, mi pobre corazón queda lacerado por el dolor. Ah, permíteme que salga de tu Dolorido Corazón, y que yo en Tu Lugar afronte todos esos ultrajes. Ah, si me fuera posible quisiera arrebatarte de las manos de Tus enemigos, pero Tú no lo Quieres, porque esto lo exige la salvación de todos, y yo me veo obligada a resignarme. Pero, dulce amor mío, déjame que te Limpie, que te Arregle los Cabellos, que te Quite los salivazos, que te Limpie y te Seque la Sangre, para encerrarme en tu Corazón, porque veo que Caifás, cansado, quiere retirarse, entregándote en manos de los soldados. Por eso te Bendigo, y Tú Bendíceme, y Dándonos el beso del Amor me encierro en el horno de tu Corazón Divino para conciliar el sueño, poniendo mi boca sobre tu Corazón, a fin de que conforme respire te Bese, y según la diversidad de tus Latidos más o menos Sufrientes, pueda advertir si Tú Sufres o Reposas. Y así, protegiéndote con mis brazos para tenerte Defendido, te Abrazo, me estrecho fuerte a tu Corazón y me duermo”.
GLORIA PATRI
ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO
SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER
ET IN SAECULA SAECULORUM
AMEN.
FIAT / La llamada de Dios a la criatura a la vocación del amor.
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