EL EVANGELIO DEL REINO DE LA VOLUNTAD DIVINA ☀️ VIERNES SANTO Abril 18, 2025

“Prendieron a Jesús y lo ataron”

EVANGELIOS

4/16/202514 min read

EL EVANGELIO DEL REINO DE LA

VOLUNTAD DIVINA

☀️

“Prendieron a Jesús y lo ataron”

VIERNES SANTO

Abril 18, 2025

LECTURAS DEL DÍA:

  • Primera Lectura: Isaías 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

  • Salmo 30:

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

  • Segunda Lectura: Hebreos 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer / y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación.

+ SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 18,1-19,42:

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+. "¿A quién buscáis?"

C. Le contestaron:

S. "A Jesús, el Nazareno."

C. Les dijo Jesús:

+. "Yo soy."

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+. "¿A quién buscáis?"

C. Ellos dijeron:

S. "A Jesús, el Nazareno."

C. Jesús contestó:

+. "Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos."

C. Y así se cumplió lo que había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste." Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+. "Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?"

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo." Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?"

C. Él dijo:

S. "No lo soy."

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

+. "Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo."

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?"

C. Jesús respondió:

+. "Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?"

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. "¿No eres tú también de sus discípulos?"

C. Él lo negó, diciendo:

S. "No lo soy."

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. "¿No te he visto yo con él en el huerto?"

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. "¿Qué acusación presentáis contra este hombre?"

C. Le contestaron:

S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos."

C. Pilato les dijo:

S. "Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley."

C. Los judíos le dijeron:

S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie."

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"

C. Jesús le contestó:

+. "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?"

C. Pilato replicó:

S. "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿qué has hecho?"

C. Jesús le contestó:

+. "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí."

C. Pilato le dijo:

S. "Conque, ¿tú eres rey?"

C. Jesús le contestó:

+. "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."

C. Pilato le dijo:

S. "Y, ¿qué es la verdad?"

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:

S. "Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"

C. Volvieron a gritar:

S. "A ése no, a Barrabás."

C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. "¡Salve, rey de los judíos!"

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa."

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. "Aquí lo tenéis."

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!"

C. Pilato les dijo:

S. "Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él."

C. Los judíos le contestaron:

S. "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios."

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. "¿De dónde eres tú?"

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?"

C. Jesús le contestó:

+. "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor."

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. "Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César."

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. "Aquí tenéis a vuestro rey."

C. Ellos gritaron:

S. "¡Fuera, fuera; crucifícalo!"

C. Pilato les dijo:

S. "¿A vuestro rey voy a crucificar?"

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. "No tenemos más rey que al César."

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado "de la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: "Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos." Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.""

C. Pilato les contestó:

S. "Lo escrito, escrito está."

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. "No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca."

C. Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica". Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su Madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre:

+. "Mujer, ahí tienes a tu hijo."

C. Luego, dijo al discípulo:

+. "Ahí tienes a tu Madre."

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+. "Tengo sed."

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+. "Está cumplido."

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

*(Todos se arrodillan, y se hace una pausa)

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: "No le quebrarán un hueso"; y en otro lugar la Escritura dice: "Mirarán al que atravesaron." Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

PALABRA DE DIOS

GLORIA ATI, SEÑOR JESÚS




  • EL EVANGELIO DEL REINO ☀️ DE LA VOLUNTAD DIVINA:

Vol. 19-28, (2) Junio 20, 1926

(2) “Hija mía, cuando Pilatos dijo ‘Ecce Homo’, todos gritaron: ‘Crucifícalo, crucifícalo, lo queremos muerto’. También mi mismo Padre Celestial y mi inseparable y traspasada Mamá, y no sólo aquellos que estaban presentes sino todos los ausentes y todas las generaciones pasadas y futuras, y si alguno no lo dijo con la palabra, lo dijo con las acciones, porque no hubo uno solo que dijera que me querían vivo, y el callar es confirmar lo que quieren los demás. Este grito de muerte de todos fue para Mí dolorosísimo, Yo sentía tantas muertes por cuantas personas gritaron crucifícalo, me sentí como ahogado de penas y de muerte, mucho más que veía que cada una de mis muertes no llevaba a cada uno la vida, y aquellos que recibían la vida por causa de mi muerte no recibían todo el fruto completo de mi pasión y muerte. Fue tanto mi dolor, que mi Humanidad gimiente estaba por sucumbir y dar el último respiro, pero mientras moría, mi Voluntad Suprema con su Omnividencia hizo presentes a mi Humanidad muriente a todos aquellos que habrían hecho reinar en ellos, con dominio absoluto al Eterno Querer, los cuales tomarían el fruto completo de mi Pasión y muerte, entre los cuales estaba, a la cabeza, mi amada Madre, Ella tomó todo el depósito de todos mis bienes y de los frutos que hay en mi Vida, Pasión y Muerte, ni siquiera un respiro mío perdió y del cual no custodiase el precioso fruto, y de Ella debían ser transmitidos a la pequeña recién nacida de mi Voluntad y a todos aquellos en los cuales el Supremo Querer habría tenido su Vida y su Reino. Cuando mi Humanidad expirante vio puesto a salvo y asegurado el fruto completo de mi Vida, Pasión y Muerte, pudo reemprender y continuar el curso de la dolorosa Pasión. Así que es sólo mi Voluntad la que lleva toda la plenitud de mis bienes y el fruto completo que hay en la Creación, Redención y Santificación. Donde Ella reina, nuestras obras están todas llenas de vida, ninguna cosa está a la mitad o incompleta, en cambio donde Ella no reina, aunque hubiera alguna virtud, todo es miseria, todo es incompleto, y si producen algún fruto es amargo y sin maduración, y si toman los frutos de mi Redención los toman con medida y sin abundancia, y por eso crecen débiles, enfermos y febriles, y por eso si hacen algún poco de bien, lo hacen a duras penas y se sienten aplastar bajo el peso de aquel poco de bien que hacen; en cambio mi Voluntad vacía la voluntad humana y pone en ese vacío la fuerza divina y la vida del bien, y por eso quien la hace reinar en ella hace el bien sin cansancio, y la Vida que contiene la lleva a obrar el bien con una fuerza irresistible, así que mi Humanidad encontró la vida en mi Pasión y Muerte y en quien debía reinar mi Voluntad, y por eso la Creación y la Redención estarán siempre incompletas, hasta en tanto que mi Voluntad no tenga su Reino en la almas”.

¡FIAT!


REPARACIÓN A JESÚS

LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO HORA 23, 2 – 3 pm.

La Muerte de Jesús:

“E inclinando la Cabeza Expiras. Mi Jesús, a este grito toda la naturaleza se trastorna y llora tu Muerte, la Muerte de su Creador. La tierra tiembla fuertemente y con su temblor parece que llore y quiera sacudir las almas de todos para que te Reconozcan como el Verdadero Dios. El velo del templo se rasga, los muertos resucitan, el sol que hasta ahora ha llorado tus Penas, retira horrorizado su luz. Tus enemigos a este grito se arrodillan, se golpean el pecho y dicen: «Verdaderamente éste es el Hijo de Dios». (Mc 15, 39) Y tu Madre, petrificada y moribunda, sufre penas más duras que la muerte. Muerto Jesús mío, con este grito Tú nos pones también a todos nosotros en las Manos del Padre, para que no se nos rechace; por eso Gritas fuerte, no sólo con la Voz, sino con todas tus Penas y con las voces de tu Sangre: «¡Padre, en tus Manos pongo mi Espíritu y a todas las almas!» Mi Jesús, también yo me abandono en Ti, y Dame la gracia de morir toda en tu Amor, en tu Querer, rogándote que no permitas jamás, ni en la vida ni en la muerte, que yo salga de tu Santísima Voluntad. Quiero reparar por todos aquellos que no se abandonan perfectamente a tu Santísima Voluntad, perdiendo así, o reduciendo el precioso Fruto de tu Redención. ¿Cuál no será el dolor de tu Corazón, oh mi Jesús, al ver tantas criaturas que huyen de tus Brazos y se abandonan a sí mismas? Piedad por todos, oh mi Jesús, piedad por mí. Beso tu Cabeza coronada de espinas y te pido perdón por tantos pensamientos míos de soberbia, de ambición y de propia estima, y te prometo que cada vez que me venga un pensamiento que no sea todo para Ti, oh Jesús, y me encuentre en las ocasiones de Ofenderte, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús, beso tus Hermosos Ojos bañados aún por las lágrimas y cubiertos por Sangre coagulada, y te pido perdón por cuantas veces te Ofendí con miradas malas e inmodestas; te prometo que cada vez que mis ojos se sientan impulsados a mirar cosas de la tierra, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tus Sacratísimos Oídos, aturdidos hasta los últimos momentos por insultos y horribles blasfemias. Y te pido perdón por cuantas veces he escuchado y he hecho escuchar conversaciones que nos alejan de Ti, y por tantas conversaciones malas que hacen las criaturas, y te prometo que cada vez que me encuentre en la ocasión de oír aquello que no conviene, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tu Santísimo Rostro, pálido, lívido, ensangrentado, y te pido perdón por tantos desprecios, insultos y afrentas que Recibes de nosotros, vilísimas criaturas, por nuestros pecados. Yo te prometo que cada vez que me venga la tentación de no Darte toda la Gloria, el Amor y la Adoración que se te Deben, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tu Santísima Boca, ardida y amargada. Te pido perdón por cuantas veces te he Ofendido con mis malas conversaciones, por cuantas veces he concurrido a Amargarte y a acrecentar tu Sed; te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de decir cosas que podrían Ofenderte, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tu Cuello Santísimo y veo aún las marcas de las cadenas y de las cuerdas que te han oprimido, te pido perdón por tantas ataduras y por tantos apegos de las criaturas, que han añadido sogas y cadenas a tu Santísimo Cuello. Te prometo que cada vez que me sienta turbado por apegos, deseos y afectos que no sean para Ti, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Jesús mío, beso tus Santísimos Hombros y te pido perdón por tantas ilícitas satisfacciones, perdón por tantos pecados cometidos con los cinco sentidos de nuestro cuerpo; te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de tomarme algún placer o satisfacción que no sea para tu Gloria, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Jesús mío, beso tu Santísimo Pecho y te pido perdón por tantas frialdades, indiferencias, tibiezas e ingratitudes horrendas que recibes de las criaturas, y te prometo que cada vez que me sienta enfriar en tu Amor, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Jesús mío, beso tus Sacratísimas Manos; te pido perdón por todas las obras malas e indiferentes, por tantos actos envenenados por el amor propio y por la propia estima; te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de no obrar solamente por tu Amor, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tus Santísimos Pies y te pido perdón por tantos pasos, por tantos caminos recorridos sin recta intención, por tantos que se alejan de Ti para ir en busca de los placeres de la tierra. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de apartarme de Ti, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, os encomiendo el alma mía!» Oh Jesús mío, beso tu Sacratísimo Corazón y quiero encerrar en Él, junto con mi alma, a todas las almas redimidas por Ti, para que todas sean salvas, sin excluir ninguna. Oh Jesús, enciérrame en tu Corazón y cierra las puertas de Él, de modo que yo no pueda ver otra cosa que a Ti solo. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de querer salir de este Corazón, gritaré inmediatamente: «¡Jesús y María, a ustedes doy mi corazón y el alma mía!»

GLORIA PATRI

ET FILIO ET SPIRITUI SANCTO

SICUT ERAT IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER

ET IN SAECULA SAECULORUM

AMEN.